lunes, 27 de agosto de 2007

ESCRITOR DE CARTAS

Me tiré sobre la alfombra, sintiéndome miserable por ser tan mal escritor.

No sé por qué decidí escribir historias cortas. Ser novelista hubiera sido mejor, más fácil. No necesitaría que todo fuera perfecto.

En las historias cortas todo importa, todas las palabras, cada una de las comas. Todo debe encajar como las piezas en un rompecabezas. Es duro. No siempre sé cómo hacerlo. La estructura también importa.

En las novelas te puedes sentar a escribir y escribir, sufrir una diarrea gramatical, esperando que al final del día salga algo bueno. Tarde o temprano, las cosas toman su rumbo. Todo es cuestión de paciencia. Fácil.

Pero me gusta meterme en problemas.

En las historias cortas no hay desperdicio. Si hablas de un perro, ese perro tiene algo importante que hacer en el cuento. Si hablas del sombrero rosa de la tía Cleta, ese sombrero también importa.

Importan las imágenes, las ideas, las palabras que pronuncian los personajes. Todo es una pista. Todo es un truco para despistar al lector.

Miro el techo y aprieto el control remoto del componente. Dejo que comience a sonar un disco. Dejo que la luz del sol se vaya terminando.

¿Cómo mejorar?

Me duele tanto escribir mal.

Escribir me ha dado las satisfacciones más placenteras, pero también los sabores más amargos. Es dulce y ácido a la vez. Se necesita un corazón duro también.

No creo tener lo necesario para ser un escritor de éxito. Todos creen que sí, pero no es cierto.

No me gusta esperar a que la musa me visite. La muy puta nunca lo ha hecho. Es una jodida golfa que se ha de estar emborrachando con algún músico de quinto patio. No la conozco. Nunca la he visto. No quiero que me la presenten.

Escribo porque no sé hacer otra cosa. Lo malo es que lo hago muy mal. Y eso me hace sentir pésimo.

Es fácil escribir;

"La chica del pantalón apretado y los cabellos negros se acercó y me dio un beso. No supe porqué, solamente lo hizo y después se fue. No supe qué decir. No tuve el valor de salir tras ella y tomarla por el brazo, devolverle lo que me había dado".

Escribir lo anterior es fácil. Hacer que eso sea bueno es lo difícil. Todo lo que escribo es vulgar, ordinario. Nada vale la pena. Así no voy a llegar a ninguna parte en el mundo de las letras.

Escribo para sacar todas estas palabras que llevo dentro, para sacar todas estas historias que están pateando mi pecho para salir. Las quiero fuera lo más pronto posible. Me hacen sufrir. Parece que me estoy volviendo loco.

Debía escribir esto para mí. Nadie llegará a leer esto porque lo voy a destruir al terminar. Son sólo palabras al viento. Palabras corrientes, sin valor.

Prefiero recostarme sobre la alfombra, mirar el techo y escuchar un poco de música. Es más fácil. Es mejor. No tengo que pensar en historias que deban ser perfectas.

Me duele ser un fracasado en las letras. Llevo años intentando ser mejor, pero no puedo. Creo que nunca llegará el día que sea un buen escritor.

El único momento en que me tranquilizo es cuando estoy escribiendo una carta. No necesito pensar en la perfección. Sólo en la historia que te estoy contando.

En las cartas no importa lo que estoy diciendo, como en las novelas. Todo al final, antes o después, caerá en su lugar. Sólo debo dejar que las palabras fluyan y que los bloques se acomoden.

2 comentarios:

Eme dijo...

Creo que esta entrada deberías suprimirla. ¡Es indignante!¡La primera frase es pura mentira! ¡Y hay muchas más, aparte de esa!

¿Qué pasa? ¿Qué más necesitas para creerte lo grande que eres? Al final me enfadaré contigo, ¿eh? Je.

Bromas aparte, me alegra que te hayas unido al mundo de los blogs. El nombre del tuyo, no sé por qué, me es muy, muy familiar (...). He leído una por una todas las entradas...y cuál ha sido mi sorpresa al descubrir que algunos textos me eran...ejem...me eran igualmente familiares. Es extraño, ya sabes, pero...No puedo no sonreir.

Bueno, Escritor, tenme al corriente de to-do-lo-que-pa-se, ¿estamos? Mañana te enviaré una cosilla para que me des tu opinión.

Un beso muy grande.

Sierra dijo...

No creas, ¿eh? Escribir novelas es... para arrancarse todas las uñas. Cortázar decía que los cuentos se vomitan, exorcisan; y Borges que no escribía novelas porque hay que vigilarlas, tenerles siempre el ojos encima para que no... les pasen cosas. En mí experiencia, 20 páginas de cuento son más fáciles de cerrar sobre sí mismas que 10 de novela.

Por lo demás... leches, entiendo tus cuitas. Vaya pega, la del escritor.

A ver si sigo pasando...