lunes, 10 de septiembre de 2007

STRANGED

Unos policías vestidos de blanco vinieron por mí la tarde que mi esposa murió. Dijeron que no era por nada de importancia, pero que debía acompañarlos. Afuera, el sol pegaba con fuerza mientras los niños corrían por el jardín.

Me puse una camiseta, pantalones cortos y mis tenis favoritos. Me lavé los dientes y las manos, sin prisa, antes de abandonar la casa. Me santigüé frente al crucifijo de la sala y uno de los policías se cruzó de brazos y sonrió.

Ellos salieron primero, hablando por radio, vigilando mis pasos. Yo apenas les puse atención. Caminé apoyando bien los pies en el suelo, mirando al frente, acomodándome el cuello de la camisa de franela. Los niños no me vieron salir. Ellos también iban vestidos de blanco.

Olí por última vez el pasto mojado del jardín. Miré por última vez las ramas de los Pinos meciéndose con el viento. Escuché la risa de los pequeños. Más allá me esperaba un auto con las puertas abiertas.

El día de nuestra boda todos iban también de blanco, pero la lluvia se había encargado de arruinarlo todo. Los invitados corrían para guarecerse; algunos se metieron a la casa, otros en sus autos y unos cuantos bajo las mesas. El pastel también se arruinó. Siempre nos reíamos al recordarlo.

Hoy por la mañana ella me dijo adiós. Me tomó de la mano y luego se voló la mitad del rostro. Yo no me atreví a decirle que no lo hiciera. Me escondí bajo una mesa y me abracé de las rodillas. Era como si me hiciera falta algo aquí, al centro del pecho, y que nada en el mundo pudiera llenarlo.

Sabía que un día ella y yo nos íbamos a decir adiós, que todo se iba a terminar. Lo que no sabía es que iba a ser de esa forma. Me limpié la cara con la mano.

El policía me tomó del brazo y me empujó con suavidad dentro del auto. Habló por su radio y las motocicletas al frente encendieron sus motores. El portón de la entrada se abrió. Yo recargué la cabeza en el cristal, le di un trago a mi vodka tonic y me perdí en la nada. Quise decirles algo, pero no pude hacer que las palabras salieran de mi boca...

1 comentario:

Srta. Maquiavélica dijo...

woowww me gusto este escrito¡¡¡besoos
aqui de metiche