Gabriel aprieta los botones del control remoto una y otra vez, deslizando la otra mano sobre el descansa brazos del sillón. En el televisor, las imágenes pasan unas tras otras. El sonido del chzz, chzz inunda la habitación.
-Maldita sea. ¿Puedes dejar de hacer eso?-, dice Pamela.
Gabriel la mira, y luego regresa a la televisión.
Chzz, chzz.
-¿Es que no puedes hacerme caso? ¿Cuándo vas a ayudarme con la casa? Mira. La ropa tirada por aquí y por allá. Calcetines arriba del televisor. Camisas sobre el ventilador. Las toallas mojadas en el pasillo. Y los platos... los platos llevan ahí más de cuatro días. ¿No puedes hacer algo?
Gabriel mete la mano al platón de frituras, toma unas cuantas y se las echa a la boca. Mastica con fuerza, haciendo todo el ruido que puede. Luego se chupa los dedos.
Pamela se acomoda a un lado. Se lleva la mano al bolsillo trasero del pantalón y toca el documento que lleva guardado desde ayer. Mete un dedo y lo toca, pasando la yema por la orilla, suspira, pero no lo saca.
-¿Te has dado cuenta que yo hago todo en ésta casa? ¿Y qué haces tú? Nada. Nada más llegas a sentarte frente al televisor. ¡Yo también trabajo! Y aún así, aquí me tienes, de tu tonta, preparándote la cena.
-Mmmmmm.
Chzz, chzz.
-Nunca pensé que fueras así-, dice Pamela, cruzando los brazos y apretando los labios. –Eres... horrible.
Se pone de pie y camina hasta la cocina. Prende un quemador, pone encima la sartén, abre el refrigerador y saca dos trozos de carne. Luego pone algo de aceite de oliva, condimenta la carne con un poco de ajo en polvo y salsa inglesa, y la echa al sartén.
-¿No quieres saber cómo me fue hoy?-, dice Pamela sin voltear a verlo.
-Después... deja que termine mi programa.
Y ella voltea la carne arrojándola de nueva cuenta sobre el sartén. El aceite brinca por todos lados, haciendo shhh. El humo comienza a llenar la cocina.
Pamela corta un jitomate y unos trozos de queso panela. Los coloca cuidadosamente sobre el plato, formando una flor. Después sirve algo de Coca Cola en un vaso y le pone hielos.
Chzz, chzz.
Al final, coloca el trozo de carne cocida sobre el plato y le pone un pan al lado. Se lo sirve a Gabriel en su mesita de cama, mientras él sigue con el control remoto.
-Nunca me haces caso... nunca me agradeces-, dice ella.
Y Gabriel mastica, mastica. Traga y traga. No aparta la vista del televisor.
-¿Sabes qué? Ya estoy harta de ti y de tu holgazanería. Mírate. Ni siquiera te mueves, ni siquiera me miras cuando te estoy hablando...
Gabriel la mira un segundo, y luego sigue comiendo.
Pamela se muerde los labios, le tiemblan las manos, y antes de que se le escape una lágrima, sale corriendo al cuarto. Saca una maleta de abajo de la cama y comienza a llenarla con pantalones, playeras , suéteres y ropa interior. Mete todo con rapidez, arrojándolo con fuerza, apretando la boca. Y de un tirón cierra la maleta.
-Tres años... tres años siendo su esclava y... ¿Así me paga?-, dice para sí.
Se cuelga la maleta en el hombro y sale del cuarto. Mientras camina, sobre el mueble del pasillo mira la copia del periódico de hoy. Pamela se detiene y lo toma; Lo extiende sobre la mesita y lo abre por la parte de los resultados de la lotería. Luego saca el documento que carga en el bolsillo desde el día de ayer, y compara sus números con el número ganador. Mira a Gabriel frente al televisor, mira el departamento desordenado, la ropa tirada, los platos sucios. Mira el número de su billete y el número ganador.
Iguales.
Entonces dice en voz baja:
-...Ni modo, será sólo para mí...
Y guarda el billete en el bolsillo.
Pamela camina rápidamente hasta la puerta, sin mirar a su novio, sonriendo con los labios apretados, y sale del departamento dando un portazo.
Gabriel la mira, pero sigue apretando los botones de su control remoto, una y otra vez, mientras mastica un trozo de pan.
Chzz, chzz.
miércoles, 26 de diciembre de 2007
Sólo para mí
Publicado por
W.
en
16:09
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1 comentario:
Oye Numero.
Esa salida del billete de lotería es una grosería. Es lo que yo llamo "juego sucio".
Tu juegas limpio, eso no se vale.
criptex
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