martes, 19 de febrero de 2008

Las cosas


Hace algunos meses escribí un texto pequeño titulado "Pequeñas lecciones de vuelo”. Un amigo, después de leerlo, me dejó un mensaje diciendo; ¿Has leído a Georges Perec?

La verdad es que no lo había hecho. Es más, ni siquiera había escuchado su nombre. Ahora me avergüenza decirlo.

Cuando le dije eso, de inmediato me regaló un librito llamado “Las cosas. Una historia de los años sesentas”. Lo recibí y lo puse en la fila de libros por leer, en una sección de uno de mis libreros, casi al fondo de todo. Lo guardé durante meses. No debí hacerlo.

Ayer me encontré de nuevo con Georges Perec. Abrí el libro y comencé a leer la descripción de una habitación muy parecida a esas que aparecen en las películas antiguas. Una habitación vieja, desordenada, llena de cosas que sólo tienen valor para el propietario. Una descripción que dura casi tres capítulos del libro. Jamás había leído algo así. Era como si alguien hubiera escrito una lista de sus pertenencias, como si no quisiera olvidar toda la basura que guarda en su casa. No hay historia. No hay personajes que se muevan durante estos primeros capítulos. Sólo nosotros, los lectores, mirando lo que a mí me pareció una fotografía en sepia con los bordes gastados.

Y en el fondo comencé a sentir algo que nunca antes me había provocado un libro... un deseo de irme a vivir a esa habitación. Una nostalgia por algo que jamás he tenido, y que no sabía que deseaba hasta que lo miré. Como una nostalgia por una vida que no sabía que alguna vez hubiera soñado. Cuando comienzan a aparecer los personajes todo se pone peor. Las hojas brillan con luz propia. La vida me resultó tan cercana, tan real. Tuve ganas de convertirme en ellos.

No pude soltar el libro hasta el final.

En realidad no tengo una manera de describirlo, ni siquiera de hablar sobre él. La narración es en tercera persona, como si alguien nos contara sobre una vida que no existe y al mismo tiempo nos presentara a personas que existen, pero que no son reales. Que son todos y a la vez nadie. Por momentos me recordó a cuando tenía veinte años y soñaba con otro tipo de vida, con ser libre y pasear por el mar, escribir hasta tarde y levantarme a la hora que fuera. Sin una rutina que me agarrara del cuello y me restregara en el suelo de la realidad. Perec lo hace con pequeñas oraciones, enumerando las cosas que existen alrededor de los personajes. Haciendo algo a lo que él le ha llamado “lo que sucede cuando no sucede nada”. Exprime la realidad, le quita la paja y deja sólo lo verdaderamente importante. Lo deja todo metido en un pequeño libro de apenas 160 páginas. No busca impresionarnos, pero lo hace.

¿De qué trata? De la vida misma, de los sueños, de madurar, de la forma en que la vida te permite alcanzar tus metas, disfrutar tus sueños. Trata sobre sentirse a gusto con lo que eres, sobre no ser feliz con nada. Trata sobre la nostalgia, las añoranzas. Trata sobre los amigos y el amor.

Trata sobre las cosas que valen la pena.

Perec no trata de adoctrinarnos, prefiere presentarnos las cosas. Hacer que las veamos, las toquemos, las podamos oler. Jamás antes había leído a este autor. Me había estado perdiendo de mucho. Ahora estoy por comenzar “Tentativa de agotar un lugar parisino”. Los maestros en la escuela de escritores también mencionan con frecuencia a Perec, así que estoy seguro que voy a aprender mucho más de lo que ya he aprendido, estoy seguro que también me voy a sorprender. Es un autor que debí comenzar a leer desde hace mucho. Me arrepiento de no haberlo hecho. Tengo que recuperar el tiempo perdido.

En verdad me halaga que mi amigo, al leer uno de mis textos, haya pensado en Georges Perec. Me siento profundamente agradecido. También le agradezco que me haya presentado a éste autor. Lean “Las cosas. Una historia de los años sesentas”, no se van a arrepentir. Espero que también los haga sentir igual que me hizo sentir a mí.

No hay comentarios: