jueves, 26 de julio de 2007

Por favor, no leas esto


Maldita sea, tengo 29 años y estoy a la mitad de la crisis de cumplir 30.

No lo soporto, maldición. Duele saber que pronto dejaré de ser joven y seré adulto. Qué soy ahora, me pregunto. ¿Me he movido de donde estaba a los 20? No estoy seguro.

Algunos dicen que la vida comienza a los treinta. Que es el momento en que las carreras y las habilidades despegan, que es cuando comienzas a ser considerado por los demás. No lo sé. Estoy por averiguarlo.

Pero, por favor, no leas lo que sigue. No voy a intentar ponerte sobre aviso respecto a envejecer, ni te daré consejos de ninguna clase, mucho menos describiré trucos para una madurez segura. Tampoco encontrarás disertaciones filosóficas, ni negación, ni nada que se le parezca. Seguramente tampoco encontrarás nada que valga la pena, así que no sigas leyendo. En realidad, ni siquiera tengo tiempo para estar escribiendo esto.

Pero...

Un momento...

Si hay algo que en realidad me guste, eso es escribir. Escribo mientras viajo en el camión, en el metro, mientras espero a alguien en un restaurante o en la fila para el cine. Escribo en una libreta, en hojas sueltas, en servilletas. Siempre llevo los bolsillos llenos de palabras. Escribo hasta cuando estoy dormido, esperando despertar para tomar un lápiz y dibujar las palabras.

Pero eso no hace que esto valga la pena. No pierdas tu tiempo conmigo. Lee otra cosa.

Eso es. Lee otra cosa. Una buena página de internet, un libro, otro blog. Lee cualquiera de mis recomendaciones. Cualquier cosa. Aquí sólo encontrarás las palabras de alguien que ya no es joven, de un loco que tampoco es un adulto: Las palabras de alguien que comienza a sentirse viejo mientras la imagen en el espejo le dice lo contrario.

Por ahora me voy. Me pondré mi casco de astronauta y pisaré lentamente el suelo de la soledad, flotando, mientras regreso a sentir lo mismo que sentí hace diez años: que lo único de lo que estoy seguro es que sigo sin saber para dónde voy.

Pero no leas lo que sigue. No vale la pena. De verdad.

Bueno. Luego no digas que no te lo advertí.

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