domingo, 29 de julio de 2007

Un pequeño favor

Hola,

Quedate tranquila. No voy a caer en la cursilería de decir que te extraño, no es eso, sólo necesito pedirte una ayuda mínima.

Hoy, antes de abrir los ojos, sonreí segurísimo de sentir tu cuerpo al otro lado de la cama. Cuando fui a la cocina te encontré apoyada en el alféizar de la ventana “qué hermosa es tu cocinita, sobre todo por las mañanas, porque se puede disfrutar del canto de los pájaros tempraneros en los árboles...”

Me descubrí estirando el brazo, que sostenía el segundo jugo de naranja, a una silla vacía. Juro por lo que más quieras, que vi tu imagen en el espejo, lo juro! Y más, en este mismo momento.

Pude oler tu perfume y escuchar tu murmullo y tu risa detrás de mí, bien cerca –como tantas veces - divirtiéndose con las tonterías que escribo. No sé cómo, pero el cd de Tom Waitts estaba girando a todo volumen en el componente. Yo no lo puse.

Tendré un día difícil, complicado, muchas tareas por hacer, por eso te pido esta mínima ayuda: ven y saca tu fantasma de mi casa, llevátelo, me desconcentra. No te lo pediría si pudiera hacerlo solo, pero todos mis esfuerzos parecen ser insuficientes, no quiere irse. Para colmo de males, se empeña en mostrarme buenos recuerdos, esos que... Para qué describírtelos ahora,
historia pasada.

Es un favorcito, nada más.

De ninguna manera tergiverses mis palabras. No interpretes ésta vulgaridad del “me haces falta” como una debilidad.

Dejaré la puerta abierta –para ser honesto, nunca la cerré-. Pasa sin llamar, me encontrarás aquí, esperándote...

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