jueves, 8 de noviembre de 2007

El dueño de la palabra


El profesor Koulsy Lamko nació en Chad. Habla Sara Mbay (su idioma materno), Francés, Árabe y Español. Ha vivido fuera desde 1983, y desde entonces ha establecido su residencia en 8 paises diferentes. Llegó vestido con su ropa de celebración africana. Permaneció de pie a la mitad del salón y comenzó a cantar.

Ninguno de nosotros comprendió una sola palabra de lo que había dicho. Más adelante nos diría que esa canción habla sobre él, sobre su padre y sobre el padre de su padre. Es una canción que habla sobre su pueblo y sus ancestros.

Koulsy levantó las manos, sonrió, y se presentó ante nosotros no como un escritor, sino como un gose(se pronuncia "guss", que es una variante de la palabra griot). Precisamente la clase iba a tratar sobre los gose.

El salón es pequeño. Tiene dos muros pintados de blanco y otro de color anaranjado sobre el que cuelga un pizarrón igualmente blanco. En lugar del cuarto muro hay un ventanal. El color azul profundo de la ropa de celebración africana de Koulsy, melancólico como una noche a la orilla del mar, contrasta con lo cálido del salón. Koulsy canta de pie, como si fuera una grande y ancestral roca negra.

Nos platica que en Chad la mayor parte de la población es analfabeta. Que es una gran ironía que en ese país existan escritores cuando no hay casi nadie que pueda leerlos. En Chad no hay muchos escritores. En su lugar existen los gose; hombres encargados de transmitir la tradición, que entretienen contando historias, que llevan y traen noticias de forma oral.

Koulsy se presenta ante nosotros como un gose, palabra que significa “el dueño de la palabra”.

Por las noches, en su pueblo, la gente se reune alrededor de una fogata. Cada persona que asiste lleva un trozo de madera para avivar el fuego. Se sientan a escuchar. Las personas que se paran al centro a contar lo que tengan que contar son llamados gose, porque son, al menos por ese momento, los dueños de la palabra.

Yo en este momento soy un gose. Todos los escritores somos un gose.

Para Koulsy es importante recuperar la confianza en la fuerza que tiene la palabra escrita, recuperar la confianza en todo lo que puede suceder cuando se sucede la palabra. En Chad, al no haber tratos escritos, dar la palabra es darlo todo. La palabra cuenta. Cada cosa que se dice cuenta. Los habitantes de Chad no se pueden des-decir con facilidad. Por primera vez, al escucharlo, sentí el misticismo de ser escritor.

Para mí fue increible recibir la cátedra por parte de una persona que es tan ajena a nosotros, tanto cultural como geográficamente; por parte de una persona que es tan importante para las letras africanas. La clase fue como una perla en el fondo del mar.

Fueron dos horas, aún faltan otras más, pero esta noche, al momento de regresar a casa , me voy sintiendo que lo que hago, contar historias, es mucho más grande de lo que alguna vez hubiera imaginado.

Escucho los tambores milenarios.

1 comentario:

Pachita Rex dijo...

Las palabras unen espíritus, decía Humbolt, eso sin duda es la onda...